Producido por: Julian Darmun, Jose Baredes, Lucas Doberti y Nicolas Fitch.
Índice:
-¿Qué es la alfabetización digital?
-¿Queremos a una argentina triunfante o sometida?
-La relación entre educación, ciencia y técnica
-Los nuevos rumbos de la educación formal
-Campaña de alfabetización digital del gobierno argentino
-Los videojuegos y la alfabetización digital
- Brecha digital
- La formación de los ciudadanos para la sociedad de la información
- Frases y métaforas haciendo una especie de conclusión
[1]”La alfabetización se describe hoy en términos relativos. Existen diversos
niveles y tipos de alfabetización. El término “alfabetización” suele utilizarse
metafóricamente en referencia a destrezas básicas en áreas no directamente
vinculadas con el texto escrito, tales como la alfabetización orientada al uso de
computadoras o a los medios de comunicación. Ahora bien, la Real Academia
Española define alfabetizar como la acción de enseñar a leer y escribir, mientras
que la UNESCO establece que una persona alfabetizada es aquella que puede leer,
escribir y comprender una oración simple de su vida cotidiana, y que posee también
destrezas aritméticas elementales”.
[2]Se entiende convencionalmente por alfabetización a "la habilidad para utilizar los símbolos gráficos que representan el lenguaje hablado [de manera que] el saber colectivo del grupo se exteriorice y fije en el espacio y el tiempo". Se relaciona, sobre todo, con "la capacidad humana de usar un conjunto de técnicas para decodificar y producir materiales escritos o impresos". Esto, que se describe como alfabetización, como señalaMcGarry, sería más exacto denominarlo “alfabetización impresa o alfabetización básica".
Según Bawden, el concepto de alfabetización va mucho más allá de saber leer y escribir, que constituiría una alfabetización básica. En las últimas décadas, este concepto se ha complementado con las llamadas "alfabetizaciones en destrezas", conceptos desarrollados para hacer referencia a una información de creciente complejidad y a las tecnologías en auge.
Así, podrían citarse variadas denominaciones para la alfabetización, en dependencia de las destrezas a que se refiere: alfabetización agrícola, alfabetización cinematográfica, alfabetización para el mundo laboral, alfabetización en medios, alfabetización bibliotecaria, alfabetización informacional, alfabetización digital, entre otras.
[3]”Hasta hace poco tiempo, una persona alfabetizada era aquella con dominio de la lectura y la escritura. Sin embargo, actualmente, en la era de la información y la comunicación, pareciera que esto es insuficiente, dado que solo permite acceder a parte de la información.
Los libros, que hasta hace poco eran nuestra mayor fuente de conocimiento, hoy, tampoco son suficientes. Por tanto, en nuestros días, una persona culta y alfabetizada requiere, además, conocimientos de informática. Domínguez Sánchez considera que en la Alfabetización Digital se requiere: “dominio del manejo técnico de cada tecnología (conocimiento
práctico del hardware y del software que emplea cada medio); poseer un conjunto de conocimientos y habilidades específicos que le permitan buscar, seleccionar, analizar, comprender y recrear la enorme cantidad de información a la que se accede a través de las
nuevas tecnologías; acumular un cúmulo de valores y actitudes hacia la tecnología de modo que no se caiga ni en un posicionamiento tecnofóbico, ni en una actitud de aceptación acrítica y sumisa hacia ellas”.
Entre las distintas acepciones de “Alfabetización digital”, encontramos:
• Capacidad de leer y entender textos hipertextuales y multimedia. Se utiliza como sinónimo de “alfabetización en multimedia”.
• Algunos autores proponen el uso de “Alfabetización Multimedia” como alternativa a “Alfabetización digital”.
• “No alcanza con conocer la operatoria para manejar una computadora, ya que las formas de lectura y el acceso a la información que proponen Internet o los textos electrónicos implican el dominio de nuevas aptitudes de lectura comprensiva”.
• “Proceso de adquisición de los conocimientos necesarios para conocer y utilizar adecuadamente las infotecnologías y poder responder críticamente a los estímulos y exigencias de un entorno informacional cada vez más complejo, con variedad y multiplicidad de fuentes, medios de comunicación y servicios”.
[4]”La mayor parte de los gobiernos, instituciones y expertos consideran a la
alfabetización digital, básicamente, como la capacidad para difundir, comprender y
utilizar información en formatos múltiples a partir de fuentes de diversos orígenes,
generada, tratada y recibida por medio de computadoras.
Esta visión de carácter instrumental concentra el esfuerzo alfabetizador en
cuestiones operativas y deja de lado el desarrollo de capacidades que permitan un
verdadero dominio del lenguaje informático, imprescindible para hacer un uso
creativo y autónomo de los medios digitales”.
El plan argentino(mencionado más adelante), al igual que otros similares emprendidos por distintos gobiernos y organismos intergubernamentales, entiende como alfabetización digital,
básicamente, “la adquisición de competencias para usar computadoras y redes
telemáticas y utilizar con agilidad aplicaciones informáticas de distinto tipo (en
general herramientas de gestión)”.
¿Dónde queremos ubicar a la Argentina, en este panorama?
Educación para la Argentina de la Sociedad de la Información
La educación ya no significa la recepción de conocimientos, sino también su producción, modificación, renovación, para responder a las necesidades de la Sociedad Digital. Implica no sólo nuevas actividades, nuevas carreras, sino también nuevos modos de pensar. La educación para la Argentina en la era digital puede ser tomada desde al menos tres puntos de vista:
· La relación entre educación, ciencia y técnica
· Los nuevos rumbos de la educación formal
· La formación de los ciudadanos para la Sociedad de la Información
La relación entre educación, ciencia y técnica
En nuestra sociedad, como en todas las sociedades latinoamericanas, se percibe claramente la fuerte heterogeneidad de la población, la acentuada fragmentación social, que se comprueba no sólo en lo económico y en lo cultural, en el espacio urbano netamente diferenciado, sino también en lo que podríamos llamar la relación con la modernidad. Como plantea Judith Sutz, lo que marca la especificidad del subdesarrollo es la cantidad de los que están relativamente al margen de la modernidad, en especial de la científico-tecnológica. Y también la radicalidad de ese estar al margen, que se expresa, por ejemplo, en no poder imaginar que ciencia y tecnología son portadoras potenciales de apoyos en la construcción de soluciones. Esta no-imaginación de la aprehensibilidad de la ciencia y la tecnología tiene impactos directos en la concepción de la educación.
¿Podemos esperar que más ciencia y más tecnología, transformadas en más artefactos y servicios en el mercado, terminarán por incluir en la modernidad, por «efecto derrame», al conjunto de la población? Se ha comprobado que este efecto no se produce. ¿Tiene sentido plantear una «moratoria de modernidad» para no agravar la heterogeneidad? ¿Es aceptable mantener una educación tradicional nivelada por el nivel más bajo para no acentuar las diferencias? Parecen planteos absurdos. Una política del tipo “alpargatas sí, Internet no”, sería suicida.
¿Por dónde abordar entonces el problema de la integración de Argentina en la Sociedad Digital?
Todos los discursos incluyen la importancia que tanto la educación como la ciencia y tecnología (CyT) tienen, entre otras cosas, para la construcción de una mejor inserción en el mercado mundial. Sin embargo, los hechos no concuerdan con estas declaraciones. Los escasos recursos nacionales dedicados al esfuerzo científico y tecnológico y a la educación en todos sus niveles reflejan un debate inconcluso: ¿es la ciencia un lujo o una inversión? ¿Tener ciudadanos educados y capaces de producir una CyT propias, es una economía o una deseconomía?
La literatura sobre competitividad insiste acerca del papel crucial que para lograrla reviste la capacidad en ciencia y tecnología, y su transmisión a la educación, de los ámbitos nacionales. Como plantea Sutz, una de las marcas del subdesarrollo es el acceso desigual a la educación, por falta de recursos económicos. Otra es la falta de auto confianza en materia científica y tecnológica. Las sucesivas oleadas de innovaciones que transforman la vida de todos se originan casi siempre en otras partes. La velocidad de los avances científico-tecnológicos nos hace interrogarnos acerca de la capacidad real de nuestras sociedades para asumir como propia una actividad que afronta tantos obstáculos para resultar relevante.
Por lo tanto, resulta fundamental discutir con seriedad los mecanismos de articulación entre educación, Ciencia, Tecnología, Innovación y Desarrollo, a partir de una consideración objetiva de la realidad nacional. Además del análisis de lo que habría que hacer —para lo cual es clave el análisis de la rica experiencia internacional—, hay que comprender cuáles son las dificultades para su puesta en práctica. El siguiente paso es concebir e implementar políticas y estrategias para desarrollar una educación asociada estrechamente a la producción científica y técnica. Esta pasa inicialmente por el incremento del PIB destinado a estos sectores, pero no se detiene allí: lo fundamental es decidir hacia dónde se quiere conducir al país en estas áreas. ¿Qué rol se quiere que juegue la Argentina en el concierto de las naciones de la Sociedad de la Información? ¿Productora de conocimientos o consumidora pasiva? ¿Integrada a la Sociedad Digital o excluida de ella? ¿A la vanguardia o a la retaguardia?
La relación entre educación y CyT debería producir:
o Por parte de la CyT: Una producción de conocimientos que se incorpore rápidamente como insumos a los diferentes niveles de educación
o Por parte de los establecimientos educativos: Estudiantes y graduados preparados y entrenados para que aprendan continuamente y a la rapidez que demanda la velocidad a la que se desarrollan Internet y las TIC, pero también capacitados para integrarse a la producción innovadora de ciencia y tecnología.
Los nuevos rumbos de la educación formal
La educación en la Sociedad de la Información
¿Qué significa la educación formal en la Sociedad de la Información? El criterio más generalizado es incluir computadoras en las aulas y organizar cursos para alumnos y maestros. Esto es muy positivo, como primer paso a la integración de los niños y jóvenes a la Sociedad del Conocimiento, pero en general, se percibe la ausencia de una reflexión de fondo: la integración de los estudiantes de todos los niveles a la Sociedad del Conocimiento no pasa sólo por el manejo de las herramientas informáticas, sino por una transformación en los modos de pensar, aprender, investigar. No se trata de recibir información, sino también de crearla, a través de los sistemas de comunicación, de información o de formación en las redes.
El conocimiento deja de ser acumulativo: ya no se valora la capacidad de retener mucho saber, sino que se tiende a ser capaz de acceder al conocimiento, seleccionarlo, analizarlo y desarrollar nuevo conocimiento, y válido, a partir de la crítica y del intercambio de flujos de información con otras personas.
Las escuelas y universidades no están preparadas para afrontar esta nueva situación: A la velocidad que se va generando gran cantidad de conocimiento se hace difícil legitimizarlo e institucionalizarlo, siguiendo viejos formalismos y protocolos universitarios. La generación de conocimiento se descentraliza de las Universidades, y algunas empresas y entidades sociales empiezan a implementar estructuras formativas capaces de satisfacer sus propias necesidades y las del resto del mercado laboral.
Los estudiantes recién salidos de la universidad carecen en general de la preparación que exige un mercado laboral orientado hacia la información y el conocimiento. Los empleados de las empresas deben reciclarse y actualizar sus conocimientos constantemente si se quieren adaptar al nuevo mercado de trabajo y no quedar en un segundo término. En ambos casos se necesita de la especialización, pero también de la capacidad de entender globalmente el entorno en el que se mueven. Se hace imprescindible adquirir hábitos de aprendizaje que no se enseñan a lo largo del proceso de formación.
Para la especialización surgen masters y postgrados, la mayoría de ellos aún presenciales, lo que significa estar en la ciudad donde se imparten las clases y disponer del capital necesario para acceder a ellos. Adquirir los hábitos de aprendizaje constante es aún más difícil, no por la falta de capacidad de las personas, sino por la escasa motivación durante los estudios, y por la dificultad de selección frente a la gran oferta de posibilidades, fuentes y recursos.
También se está transformando el papel de los docentes. Pasan de ser un sujeto transmisor de un conocimiento acumulado a ser un orientador, un guía, que indica al estudiante el camino a seguir para llegar a sus objetivos y a sus preferencias personales. Por tanto, el profesor también debe de ser capaz de buscar, encontrar, consultar, seleccionar y analizar fuentes de conocimiento y transmitir a cada alumno lo que necesita para desarrollar su perfil profesional.
[6]Este novedoso concepto de alfabetización digital es un nuevo paradigma en educación. Es necesario que escuelas y universidades se adapten a esta nueva era de la tecnología caracterizada por las TICs. El conocimiento es un constructo que se arma entre la información y los conocimientos previos. Por ello, es necesario que los docentes se eduquen y ellos, a su vez, a sus alumnos en los multimedios, hipertextos, diversos medios de comunicación, incluso en el chat, que es recomendable para la relación tutor-alumno, en cuanto que permite un contacto rápido y la apertura del alumno y del docente para aclarar dudas sobre el tema en curso.
Creo que ha quedado claro que la idea y el interés en la incorporación de las TICs no están orientados a que deban seguir las reglas del mercado y el consumismo generado por la globalización. Sin embargo, la educación no puede quedar al margen de los avances tecnológicos. Los alumnos de hoy, y cuánto más los del el futuro, crecen rodeados de las nuevas tecnologías y los adultos, los docentes en particular, deben acompañarlos en este crecimiento.
[7]La educación a distancia tiene una gran oportunidad en esta coyuntura social. La situación en la que vivimos exige que una persona tenga que trabajar y, al mismo tiempo aprender. En los últimos años las universidades a distancia, tanto las tradicionales como las virtuales, han incrementado su número de alumnos, pero los estudios que ofrecen en general son básicamente los tradicionales cuyos contenidos no cambian radicalmente de un año para otro, así como ocurre en aquellos estudios más recientes. La justificación a la no incorporación on-line de los cursos técnicos se debe al rápido cambio que deberían de sufrir los contenidos y a la falta de tiempo para la amortización de la producción multimedia para estos contenidos, ya que al resultar cara su producción, el tiempo que los materiales se vuelven obsoletos es casi instantáneo.
Pero si se piensa en una estructura multimedia amena donde sea fácil depositar y actualizar aquellos temas que cambian más rápidamente, y trabajar más pedagógicamente los de carácter más duradero, es decir, los conceptos clave y básicos, la educación a distancia se considera un soporte ideal para la educación continua, sin la necesidad de tener que desplazarse, lo que comporta un ahorro de tiempo y dinero.
[8]Las escuelas y las universidades siguen el modelo desarrollado por la sociedad industrial.
“La escuela actúa en un sentido inverso al desarrollo actual de la sociedad “; no es el lugar de movilidad del conocimiento, sino el lugar en el que algunos conocimientos son transmitidos y clasificados, el lugar en el que los conocimientos se hacen sedentarios, envejecen y se hacen estáticos”.
[9]Artur Serra, de la Universidad Politécnica de Catalunya, Barcelona, nos recuerda que una nueva sociedad requiere una nueva universidad. Plantea que tenemos actualmente nuevas tecnologías, nuevas economías, nueva sociedad de la información, pero viejas universidades. Estas viejas universidades no quedan al margen de la Sociedad de la Información: están usando TIC, surgen por doquier universidades virtuales. El nuevo paso es la creación de las Universidades específicas DE la Sociedad de la Información.
Existen diferencias fundamentales entre los tres tipos de universidades (tradicional, virtual, Universidad de la Sociedad de la Información o SI):
o Las universidades tradicionales que usan TIC emplean nuevas tecnologías para ayudar a transmitir saberes tradicionales. Las TIC son usadas como herramientas.
o Las universidades virtuales enseñan cursos tradicionales online, instrumentan disciplinas tradicionales online. Las TIC, como para las universidades tradicionales, son consideradas herramientas de transmisión de conocimientos.
o Las Universidades de la SI implementan nuevos cursos sobre TIC, nuevas disciplinas de TIC. Para ellas, fundamentalmente, las TIC son un objetivo, no una simple herramienta.
Las Universidades de la Sociedad de la Información:
Ø Se proponen formar a los líderes de la Sociedad de la Información
Ø Se basan en un modelo estratégico de CyT
Ø Su enseñanza está basada en sus actividades de investigación
Ø Constituyen las bases para la implementación de polos tecnológicos, en articulación con empresas y organismos estatales
Ø Dependen de una financiación mixta, pública-privada.
Surge la necesidad de creación de Universidades e Institutos de Altos Estudios de la Sociedad de la Información, como instrumentos imprescindibles para integrar a la Argentina a la era digital”.
El Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Argentina lanzó en
agosto de 2004 una Campaña Nacional de Alfabetización digital cuya duración y
objetivos iniciales en cuanto a equipamiento fueron ampliados durante el transcurso
del 2005. El objetivo central que se plantea el plan gubernamental es acercar [1] las
Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) a todos los actores de la
comunidad educativa, y utilizarlas en la solución de los problemas prioritarios de la
educación y la formación para el trabajo en la Argentina.
El documento de presentación de la campaña gubernamental remarca que
asegurar el equipamiento y la conectividad a las redes de los centros educativos y la
capacitación de los docentes en el uso de las tecnologías son acciones
ineludibles para reducir la brecha digital y favorecer la formación y reinserción
laboral de desempleados, subempleados y jóvenes desescolarizados, repitiendo de
este modo algunos de los habituales preconceptos positivistas que acompañan a las
TIC desde hace muchos años.
Las máquinas tienen instalados, en dos particiones del disco rígido, los
sistemas operativos Windows y Linux con sus respectivos paquetes de software de
oficina. El ministerio subraya que las instituciones destinatarias tienen libertad para
decidir cual de los dos sistemas operativos prefieren utilizar.
Situemos nuestra atención en la capacitación, eje decisivo de toda campaña de
alfabetización. La iniciativa del ministerio propone el desarrollo de cuatro
dimensiones curriculares. La primera se refiere a la capacitación docente para el
uso de los recursos informáticos en el proceso de enseñanza, y la segunda al
aprendizaje instrumental en la utilización de computadoras y sistemas de
comunicación. La tercera y cuarta dimensión tienen un carácter menos instrumental
y más especializado. Una se refiere a la enseñanza de las normas y modos de
operar con los dispositivos técnicos actuales y estaría reservada a alumnos de nivel
medio que elijan una trayectoria de formación profesional. El cuarto y último nivel
tiene como objeto de estudio a las tecnologías de la información y estará a cargo de
los docentes de tecnología e informática.
El plan se completa con la distribución gratuita (a través de Educ.ar), a los
docentes que lo soliciten, de cederoms de auto capacitación con contenidos y
recursos destinados a ser utilizados en el aula.
A pesar del acento que se pone en la adquisición de competencias
operativas y técnicas, en la propuesta ministerial se vislumbran algunas señales
positivas que permiten pensar que al menos conceptualmente se empieza a salir de
una concepción de la alfabetización digital limitada sólo a la capacitación en el uso
de computadoras y redes.
Una mirada simplista (y restrictiva), sustentada en el determinismo
tecnológico, sostiene que asegurar el equipamiento de las instituciones educativas
es condición suficiente para lograr efectos benéficos en la educación de los
estudiantes.
De acuerdo, a estas premisas la presencia de las computadoras en la
escuela tendría, por si misma, un efecto motivador sobre la práctica docente que
hace innecesaria cualquier acción complementaria.
Otras posturas, hoy más extendidas, contemplan la necesidad de acompañar
la instalación de la computadoras en los centros de estudio con algún tipo de
formación docente, de modo tal que los enseñantes tengan elementos para hacer
un mejor aprovechamiento del equipamiento disponible.
Las TIC en la escuela, por sí mismas, no solucionan ninguno de los
problemas que tiene planteada la educación. Son numerosos los ejemplos de
fracasos pasados que lo demuestran. Para evitar nuevas frustraciones es
imprescindible darles un uso significativo que no sólo sea capaz de superar los
prejuicios que dificultan su incorporación en la educación, sino que permita que
sean utilizadas para formar en el sentido amplio del termino en el que, sin olvidar el
como se hace, tenga prioridad el para qué se hace, dentro de un proyecto
pedagógico integral diseñado en función de las necesidades de docentes y
alumnos y de la sociedad de la que son parte. Para que la incorporación de las TIC
en los procesos educativos alcancen un valor pedagógicamente significativo que
impulse una transformación en los procesos de enseñanza y aprendizaje es
necesario trascender los usos meramente instrumentales y encarar simultáneamente la puesta en marcha de planes de alfabetización informática.
De esto modo se comenzarán a superar los recelos que la incorporación de
las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) en el aula provoca
todavía en amplios sectores del ámbito educativo, en particular entre los docentes.
Recelos que se amparan en experiencias fallidas en el pasado, en promesas
incumplidas y en la falta de proyectos y propuestas sólidas, justificaciones que
muchas veces sirven para esconder un temor casi fóbico a la tecnología, alimentado
por ciertos discursos de carácter tecnofílico, a los que podemos denominar
“tecnoevangelizadores”, que profetizan que las computadoras terminarán
reemplazando a maestros y profesores.
[11]“Cuando comenzó a introducirse el uso de las tecnologías en el aula, la comunidad educativa, así como madres y padres, reaccionaron con un cauteloso recelo hacia las mismas. Sin embargo, con el paso de los años y la proliferación de la aclamada investigación en la innovación pedagógica, cada vez han ido ganándose un mayor respeto y su aceptación comienza a ser generalizada.
El caso de los videojuegos ha sufrido una trayectoria similar. En un principio el medio fue estigmatizado: los videojuegos se consideraban juguetes que promovían la violencia y hacían perder el tiempo a los miembros más jóvenes de la casa, pero en la actualidad está empezando a reconocerse su potencial educativo y así lo demuestran los múltiples estudios al respecto. Estos estudios recogen los enormes beneficios que podría comportar la incorporación de los videojuegos a la práctica docente y a la vida diaria del aula: mayor motivación, aprendizaje y desarrollo de destrezas, disminución del estrés, etc.
No obstante, a pesar del entusiasmo que se muestra ante la introducción de los videojuegos, parece que se están volviendo a cometer los mismos errores que ocasionó la denominada “nueva brecha digital”: las alumnas y alumnos son capaces de identificar y diferenciar perfectamente las tecnologías educativas de las de ocio, y siempre acaban prefiriendo en la gran mayoría de los casos las referidas al ocio. Esto tiene un doble efecto negativo: por un lado distancia a las niñas y adolescentes de la tecnología y, por otro lado, desmotiva a los niños y adolescentes, alejándolos del interés por las materias estudiadas y la educación en general. Está claro que existe un fallo de comunicación, aún pretendiendo utilizar el mismo lenguaje. En casa, las niñas y los niños se acostumbran a tratar con las tecnologías de una forma más o menos libre y abierta, se aventuran a utilizarla de formas imaginativas y creativas, por lo que las restricciones y los usos que se imponen en el aula les generan un sentimiento de frustración y desmotivación que acaba afectando a todo el proceso de enseñanza-aprendizaje.
El problema parece encontrarse en los fundamentos pedagógicos que apoyan la introducción de los videojuegos, y de las tecnologías en general, en el aula. La tecnología es entendida como una herramienta facilitadora de la enseñanza y del aprendizaje, así, los videojuegos que se utilizan en la docencia acaban siendo libros de texto interactivos que hastían y aburren a cualquiera adolescente. Se han introducido teclados, pantallas y mandos, pero se ha dejado intacto el resto del programa educativo. Se continúa enseñando igual, las estrategias pedagógicas no se han modificado y esto es un claro signo de que no se ha llevado a cabo una alfabetización digital crítica.
No es que en las aulas se utilicen de modo erróneo los videojuegos o que el personal docente no sepa utilizarlos (que puede ser también el caso para algunas personas), sino que, aún habiéndonos familiarizado con ratones, teclados, niveles, logros y rankings, continuamos sin comprender hasta dónde llegan sus posibilidades, cuáles son sus ventajas y sus deficiencias, y cómo convertir los videojuegos no sólo en una herramienta práctica, sino en un verdadero escenario enriquecedor para el aprendizaje y el desarrollo personal.
Es en este punto donde se unen la nueva brecha digital con la alfabetización digital crítica.
Las programaciones educativas en la actualidad están mayoritariamente enfocadas al aprendizaje del uso de los videojuegos de una forma instrumental, lo que aleja a las y los estudiantes de una comprensión de los videojuegos como intrínsecamente enriquecedores. Cualquier adolescente podría pensar “sí, en el insti nos enseñan que los videojuegos pueden servirnos para aprender historia, resolver más rápido los problemas de mates o para aprender más vocabulario de inglés, lo que no nos interesa en absoluto porque ya los utilizamos para expandir nuestros imperios a través del mar, resolver acertijos impensables o comunicarnos en el campo de batalla con nuestros aliados”. Se ha considerado, o al menos así podemos contrastarlo en las aplicaciones prácticas, que la alfabetización digital consiste en ese aprendizaje del uso de los recursos tecnológicos, sin embargo, la alfabetización digital va más allá de aprender a teclear, a utilizar determinado software o a jugar a un videojuego educativo: la alfabetización digital requiere de un pensamiento y un análisis crítico de los medios.
Las aplicaciones actuales de los videojuegos en el aula no se encuentran en esta línea de alfabetización digital crítica, por lo que se nos presenta como urgente una nueva reconcepción de esta práctica para que pueda ser reconducida a:
- Al fomento del pensamiento crítico, la selección crítica de información, la generación de conocimiento que pueda ser compartido, el trabajo colaborativo e integrador, la resolución de problemas de la vida cotidiana y al aprendizaje significativo y activo.
- A formas concretas de actuación que pongan su mirada y conduzcan sus fuerzas críticas hacia la detección de problemas de integración social o de desarrollo personal con el fin de buscar soluciones a los mismos.
La alfabetización digital requiere de un esfuerzo compartido y debe ser orientada tanto a la formación de las y los docentes como a la de las madres y padres, haciendo especial hincapié en los modos en que se va a orientar el programa educativo del alumnado. La tarea crítica sobre la situación de los videojuegos y el resto de tecnologías en las aulas es indispensable para que pueda llevarse a cabo la alfabetización digital.
En un entorno social tecnológicamente mediado, la educación instrumental es del todo insuficiente, las alumnas y alumnos ya cuentan con enormes estímulos y recursos para desarrollar sus habilidades tecnológicas: conocen perfectamente lo que es un ordenador, son capaces de jugar a videojuegos cuyo gameplay desorientaría a la mayoría de los docentes, exploran diariamente las múltiples facetas y posibilidades prácticas que les ofrecen los juegos, y a esto podríamos añadirle un largo etcétera. Ante esta situación, lo que resulta urgente es una redefinición de la competencia tecnológica y uso de las TICs que vaya más allá de la competencia en el uso, sino que se adentre en la competencia en el entendimiento y en la actitud crítica hacia las mismas. Esto, por supuesto, debería tener un correlato en las prácticas educativas y no ser un mero formalismo legal o perteneciente las programaciones de centro.
Lo importante no es enseñar al alumnado a jugar, ni siquiera mostrarle otros videojuegos diferentes a los que utilizan normalmente: debemos aprender, y enseñarles a aprender, a interpretar los significados, los valores y los desafíos que nos presentan los videojuegos.”
[13]Se habla de la existencia de una brecha digital internacional -entre los países- y una brecha digital doméstica o local -entre los grupos de ciudadanos en una sociedad. Y se afirma: "aunque los mecanismos del mercado sean capaces de garantizar el progreso de un segmento de la población integrado en la sociedad de la información, persistirá el hecho de que el resto de los ciudadanos se enfrentarán a grandes dificultades para integrarse al proceso y ello abre la posibilidad cierta de que se consolide una nueva forma de exclusión en las sociedades de la región más allá de las muchas existentes"
[14]¿Qué queremos decir con alfabetización digital? ¿en qué sentido pensamos que es necesaria una mayor alfabetización digital para no incrementar la exclusión social en la sociedades de la información? En algunos casos, podría parecer que consiste, únicamente, en aprender a manejar un ordenador, un móvil, etc. Es decir, tener cierta destreza en el uso de tecnologías que permiten realizar determinadas tareas: llevar la contabilidad, diseñar un cartel publicitario, hacer el seguimiento de un proyecto, llevar al día tu agenda personal, mantener el contacto con tus amigos y familiares, convocar una reunión, etc. Dado que actualmente la vida laboral y social sería impensable sin estas tecnologías, su manejo aparece como un requisito vital. Desconocer cómo funciona y no haber incorporado estas tecnologías a tu vida te convierte en una persona con un riesgo de exclusión social alto. La alfabetización digital consistiría, entonces, en dotar de conocimientos y habilidades para que las personas puedan hacer uso de estas tecnologías. Éste es el propósito que persigue la formación específica que reciben en esta materia escolares, personas mayores, trabajadores/as que quieren reciclarse, inmigrantes sin formación, etc…
Sin embargo, existe un significado más amplio de alfabetización digital. Cuando afirmamos que la alfabetización digital es el modo de combatir la brecha digital, debemos ser conscientes que no sólo estamos diciendo que es necesario formar en el uso de determinadas tecnologías, sino que debemos enseñar a estar constantemente formándonos. Dado que la innovación es una constante y las tecnologías de la información no sólo permiten que sea así sino que su desarrollo opera del mismo modo, la alfabetización digital es la socialización de la personas en esta nueva dinámica. Pensemos por un momento en los cursos de ofimática. No estamos enseñando a utilizar un editor de textos concreto sino inculcando una cierta disposición a incorporar nuevos conocimientos y habilidades a medida que la tecnología se actualiza. Eso es lo que ocurre cuando, al menos cada seis meses, aparecen editores de textos con más prestaciones. Es necesario estar constantemente aprendiendo. Nunca llegas a dominar el programa. De hecho, como ha explicado muy bien Haddon (1996), no esperamos de estas tecnologías que simplemente hagan determinadas cosas, las exploramos. Los ordenadores demandan un estado constante de compromiso porque su funcionamiento depende de que el usuario haya escogido la instrucción adecuada. Hablar el lenguaje del ordenador, tal y como demostró el psicólogo Alan Kay, implica forzosamente explorar el medio. Sólo así uno aprende a utilizar el ordenador y sólo así uno se convierte en usuario del ordenador. Uno aprende a transformarse con la tecnología.
Así pues esta exploración constante que aprendemos en el manejo del ordenador, es también la que necesitamos para desenvolvernos en la sociedad de la información: estar en disposición de recrearnos constantemente a nosotros mismos. Lo interesante de la alfabetización digital es esta exigencia implícita y sus efectos: la producción de un sujeto muy particular. Lejos de una educación que forma individuos con conocimiento y juicio crítico, en la alfabetización digital formamos sujetos que no deben ser ni congruentes, ni íntegros, ni reflexivos, sino porosos, flexibles y con buenos reflejos. Son una suerte de combinards . Es decir, sujetos capaces de relacionar y coordinar rápidamente y ad hoc conocimientos y habilidades diferentes sin necesidad de sintetizarlas e integrarlas en un todo coherente. La alfabetización digital dibuja un sujeto, como dice Sloterdijk, "que conduce su vida como el usuario terminal de sí mismo y de sus oportunidades”. Es decir, un sujeto que se reconoce en constante cambio y que no tiene voluntad de permanencia. Un sujeto que, como ocurre con el aprendizaje de las herramientas informáticas, debe asumir que está constantemente haciéndose, que debe estar explorando constantemente aunque nunca llegue a saber.
La alfabetización digital como factor de inclusión social: una mirada crítica
[15]“La inclusión digital no supone inclusión social, si bien la alfabetización digital parece constituirse en un elemento que puede facilitarla, siempre que existan las condiciones de apoyo/ acompañamiento social que hagan posible la incorporación de las personas en situación o en riesgo de exclusión social a la formación continua, al mercado de trabajo o a la actividad comunitaria próxima.
Así, la mayoría de las acciones de alfabetización digital propician la adquisición de habilidades instrumentales que no van más allá del uso de las herramientas TIC. Si bien se detectan elementos de integración en algunas de las acciones formativas mientras éstas se están desarrollando, una vez que concluyen muchos de los colectivos excluidos o en riesgo de exclusión quedan a su suerte. Las TIC, por sí mismas, no tienen finalidades intrínsecas, por lo que de su mera tenencia o uso no se derivan, automáticamente, consecuencias respecto a la inclusión social, incluso a la inclusión digital. Lo verdaderamente significativo es el grado de apropiación que se haga de las mismas.
No obstante, se identifica un creciente interés, por parte de los agentes formadores, en reformular el enfoque de las acciones de alfabetización digital para incluir, además de la necesaria formación en el adecuado uso de las tecnologías, el desarrollo de valores cooperativos que fomenten la integración de las personas como sujetos críticos y activos.
Por otro lado, se reconocen carencias importantes en la formación de los propios formadores, en tanto que se priman los perfiles técnicos frente a los de formadores sociales, lo que no favorece el uso crítico y cooperativo de las TIC. Por ello se hace necesario fomentar un perfil de alfabetizador digital social, en lugar de un perfil técnico.
Asimismo no se identifican dinamizadores sociales que potencien y desarrollen las posibilidades de las TIC, lo que hace que las propias acciones formativas queden en muchos casos como meras anécdotas. La intervención de asistentes sociales suele tener una orientación fundamentalmente burocrática, y por tanto ofrece pocas oportunidades para actuaciones ajustadas a las necesidades de cada persona/familia/colectivo, y mucho menos favorecer el uso de las TIC como elemento de inclusión social.
Por ello es importante considerar que las acciones de alfabetización digital que se impulsen no deben estar limitadas en el tiempo, así como tampoco creer en soluciones estándares para dar respuesta a necesidades personales. Además es necesario considerar que no es posible garantizar o forzar la inclusión digital y social de toda la población, lo que no debe ser obstáculo para articular programas de alfabetización digital que permitan el acceso universal a las TIC y que permitan avanzar hacia una sociedad realmente inclusiva y justa.
En cuanto al diseño y la ejecución de los programas formativos, se requiere evitar barreras en lugar de crear otras nuevas, por ejemplo traduciendo el argot tecnológico y evitando barreras comunicativas, potenciando el software libre frente al software propietario, evitando lenguajes sexistas, promoviendo modelos de trabajo basados en el principio acción-error-acción (aprender equivocándonos), y cuantos aspectos garanticen que el centro de atención sea la persona y sus necesidades, especialmente aquellas que están en situación de desventaja, de fragilidad, y que, por tanto, requieren de un apoyo continuo, ajustado y contingente.
También se constata que las instituciones públicas hacen dejación, en general, de su responsabilidad de garantes de la cohesión social y del desarrollo equitativo de la sociedad, por lo que las personas en situación y riesgo de exclusión se encuentran abandonadas a su suerte, siendo las ONG y otras fundaciones sin ánimo de lucro, en general nacidas desde la propia sociedad civil, las que lideran los procesos de lucha por una sociedad más justa y democrática, que incluya la igualdad de oportunidades. Para ello, y en muchas ocasiones sin ningún apoyo institucional, abordan acciones como las de alfabetización digital, que pretenden
favorecer el pensamiento crítico, la construcción de espacios de colaboración, la creación de redes sociales, etc. Así, el papel de estas ONG y fundaciones es privilegiado en cuanto que favorecen la inclusión social debido a su carácter local y cercano a la realidad cotidiana de las personas que viven en situaciones de marginalidad o próximas a ella, lo que las convierte en interlocutoras necesarias y fundamentales para sumar esfuerzos con el objetivo de minimizar los riesgos derivados de la exclusión.
Estas reflexiones pretenden comprender las posibilidades que ofrece la alfabetización digital como elemento de cohesión social, además de aportar ideas para la mejora y el ajuste del diseño, y la eficiencia de las acciones formativas que se lleven a cabo en el futuro. Y, aunque el estudio se acota a un entorno determinado, lo que puede conferirle características específicas al propio análisis y a las reflexiones que de él se derivan, éstas pueden ser de interés, además de para las instituciones y administraciones públicas, ONG y otros colectivos que intervengan en el ámbito social, para investigadores sociales, con el fin de avanzar en la comprensión de este fenómeno global.
Por último, cabe destacar la importancia que las personas deben tener en todo proceso formativo, lo que tiene especial relevancia en el caso de que éstas se hallen sometidas a situaciones de exclusión social o corran el riesgo inmimente de estarlo. Ello supone, además de la efectiva implicación de las instituciones sociales –en tanto que garantes del desarrollo igualitario de todos los miembros de la sociedad–, del diseño e implementación de acciones de alfabetización digital que, además de la necesaria formación en el uso de las herramientas tecnológicas, fomenten capacidades de gestión de la información con espíritu crítico, la creación de conocimiento de utilidad para la vida diaria y el fomento de redes de comunicación que permitan generar sentimientos de comunidad.”
[16]”¿Cómo organizar un (o varios) programas de alfabetización informática? ¿Qué actores deben implementarlo? Para tratar de resolver o al menos paliar esta situación, planteamos aquí una serie de líneas directrices de base empírica:
· La creación de una red piloto de grupos de aprendizaje de uso de TICs entre docentes del sistema público de educación, en todos sus niveles, para impulsar la superación pedagógica y académica en el marco de la reforma educativa
· La creación y difusión de información acerca de los usos de TICs en el exterior para identificar oportunidades de colaboraciones e intercambios transnacionales en lo que se refiere a usos de vanguardia en TICs.
· La capacitación de actores locales y nacionales en el uso de TICs para la producción de contenidos complementarios al desarrollo local, incluyendo información municipal, ambiental, educativa, social, comercial, turística, etc.
· La producción de material pedagógico en tecnología informática para la capacitación organizacional de los líderes y miembros de organizaciones comunitarias.
· La producción de material pedagógico apropiado en tecnología informática para la capacitación empresarial de los pequeños y medianos empresarios.
· La creación de una red de difusión de empleos exitoso de las TICs entre organizaciones comunitarias, como mecanismo de circulación del conocimiento entre organizaciones exitosas.
· La creación de una red de difusión de empleos exitoso de las TICs (comercio electrónico, etc.) entre la micro, pequeña y mediana empresa, como mecanismo de circulación del conocimiento entre empresas exitosas.
· La creación de recursos electrónicos de información para el desarrollo de las organizaciones comunitarias y de las instituciones gubernamentales.
· El desarrollo de un "Club de Innovación", o Red de Innovación y Conocimiento en las organizaciones públicas y privadas, para potenciar la innovación, el conocimiento el uso de tecnología en las organizaciones privadas y públicas argentinas en apoyo a la modernización del sector público y a la búsqueda de competitividad de los sectores privado y asociativo.
· El desarrollo articulado de los diversos programas de Infocentros, conformando una red nacional de centros de formación, estudio y desarrollo de TICs, que desarrolle e implemente contenidos y aplicaciones relevantes para ayudar a elevar la educación informática, el nivel organizacional, la productividad y la calidad de vida de la población, por medio de la implementación de centros locales de acceso público a estas herramientas de información y el desarrollo de contenidos que satisfagan las necesidades locales.
· La creación de un centro virtual de información sobre prácticas culturales, patrimonio histórico, artístico, literario y de tradiciones
Asimismo, se proponen en términos muy generales medidas y políticas a desarrollar para mejorar en forma general la formación informática y la innovación tecnológica en Argentina:
· La elaboración de una política nacional y local de información y de informatización.
· La elaboración e implementación de una política de informática en el sector público.
· La elaboración e implementación de una política de acceso a la informática en el tercer sector.
· La identificación de áreas claves de modernización de trámites y procedimientos en el sector público, mediante el uso de TICs.
· Cambios en la generación y transferencia de tecnología educativa
· Legislación para facilitar el teletrabajo y el comercio electrónico.
Finalmente, para fomentar adecuadamente el cambio profundo, social, económico, político y organizacional, que implica el ingreso a la Sociedad de la Información, se requiere un enfoque participativo y experimental. Su objetivo es el de impulsar, monitorear y evaluar una serie de cambios cualitativos en las dinámicas de aprendizaje social asociadas con la creación y aplicación de la información y el conocimiento y de las innovaciones tecnológicas continuas, en diferentes campos de la vida de la población, para luego sistematizar y difundir adecuadamente los logros alcanzados como base para la ampliación de estas dinámicas.
Por lo tanto, se propone el debate sobre la creación de un programa amplio y participativo, para impulsar de modo coherente los proyectos y políticas planteados en este documento y en los aportes de los demás participantes. Para que no vuelva a plantearse la vieja (y falsa) dicotomía “Alpargatas si, libros no”
[17] “El reto consiste en romper nuestros paradigmas anclados en la mediocridad, en el “no puedo”, en el
“díganme qué hago y cómo lo hago”.El papel de los docentes es reconocer que están en posición de ser esos potencializadores intelectuales y emocionales del desarrollo de ciudadanos del mundo global.
Hay dos posibilidades en este mundo globalizado de acuerdo a la metáfora de la casa: 1) si estás viviendo dentro de una casa sin techo y al contruirse ese techo te sientes encerrado, entonces estarás limitando tu pensamiento y tu poder de acción; 2) pero si en cambio, al construirse ese techo, lo utilizás para subirte a él y mirar lo que hay más allá de tu propiedad, entonces estarás en la posibilidad de descubrir un campo fértil donde ampliar tus pensamientos, tus conocimientos y tus estrategias con el único y simple fin de satisfacer tus necesidades y, en consecuencia, las de los demás”.
Para terminar, una frase que hace referencia a la conciencia global que una persona debe tener:
“No basta con vigilar por los propios intereses, pues lo que va mal del otro lado del [2] planeta, acaba teniendo efectos en mi jardín”.
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